Con mi esposo somos fieles oyentes de los turnos de Bea del Cid en Radio Globo los viernes por la tarde/noche. Bajo el hashtag de #meencantaylacanto revivimos momentos de nuestra infancia y adolescencia, de esos que dan ganas de celebrar cortándose las venas con cuchillo sin filo. Entre Mijares y Camilo Sesto y Yuri y Ana Gabriel, hacemos un date night estruendoso en la privacidad de nuestro hogar. Es alegre. Esas letras con más de doble sentido que va uno entendiendo mejor con el paso de los años, las melodías dramáticas, los arreglos estruendosos, las voces claras o graves y los recuerdos de primeros enamoramientos, rajaduras de corazón, fiestas de muchachitos. Buena la música.
Uno tiende a glorificar el entorno del pasado y decir que «ya no hacen música como antes», «la literatura ha decaído», «el cine ya no tiene arte». Se burla de lo que nuevas generaciones buscan, con comentarios condescendiientes de: «es que no conocieron X o Y.»
Pajas. El problema no es que el mundo ya no produzca cosas buenas. Es que uno probablemente ya escuchó una versión anterior de una melodía, un conjunto de palabras similares y lo nuevo ya no es tan sorprendente. Tampoco hay que pensar que porque uno lo vivió antes, es la primera vez que existe. «No hay nada nuevo bajo el solo» se escribió hace más de 5mil años.
Las experiencias humanas, no así la tecnología, son limitadas. Tenemos una capacidad finita de sentir y de manifestarnos.
A mí me encanta escuchar música nueva (no pop, yo ya fui niña quinceañera y me da mucha pereza revivir esa época), mi libro favorito es el último buen libro que leí, la mejor película la que me haya gustado más recientemente. Por eso los niños son más felices, porque todo es nuevo para ellos. Ver películas de mi infancia y también las nuevas con mis hijos y capturar ese entusiasmo con ellos me ha enseñado a mantener una isla de ingenuidad en el mar de mi cinismo. Procuro sorprenderme con la belleza de un par de ojos negros que suben una mirada dulce hacia los míos, aunque tenga 20 años de conocerlos.
Vamos a seguir cantando canciones viejas los viernes, porque son buenísimas. Pero no por eso quiero vivir en el pasado. Seguiré borrando cassette voluntariamente para poder volver a conocer el mundo por primera vez.