Música nueva

Me gusta escuchar la lista de nuevas de la semana. He encontrado joyas y alimenta mi gana de música distinta. Por mucho que regrese a veces a las canciones de mi adolescencia, la mayor parte del tiempo busco nuevas.

Leí un libro hace unos años acerca de cómo el cerebro se queda trabado en las mismas rutas de pensamiento después de cierta edad y de cómo hay que romper ese estancamiento. Es como obtener una oportunidad de ver de nuevo el mundo, y maravillarse.

Libros nuevos, otras películas, gente distinta, música diferente. Todo ayuda a descubrir la vida, que siempre es nueva. Igual que nosotros.

En donde uno está

Ayer hablábamos de lo que ahora se dice bullying. Claro que la experiencia es desagradable, por supuesto que es algo que transforma, pero uno no puede saber cómo sería si no la hubiera vivido. Los Sis no existen, simplemente existe lo que ya pasó descargar.

Los seres humanos tendemos a crear los escenarios imaginarios. Eso está bien. Es parte de lo que nos hace trascender, de lo que hace que la humanidad vaya más allá de la cueva, nos ha dado toda la tecnología nueva y también todo el arte. Pero tiene la trampa de dejarnos fuera de la realidad . Uno tiene que estar donde está.

Imaginarnos otras formas de vida, otras vidas que no hemos Debido está bien. No está bien. No vivir la vida que tenemos.

El idioma apropiado

En la leyenda familiar, mi bisabuela se supone que hablaba 8 idiomas. Yo he tratado de aprender varios, aunque no me acerco.

Pero más que idiomas, me interesa aprender a hablar de la forma que la gente que quiero me entienda y yo la entienda a ella. Es una cuestión de interés, no gramática.

Por el momento, estoy en “adolescente”. Un idioma fascinante que requiere buen oído, agilidad mental y mucha tolerancia. No creo llegar a dominarlo. Sobre todo porque sus principales representantes pueda que crezcan antes que yo lo logre. Pero voy a tratar.

Sufrir ajeno

Acabo de escuchar que el amor incondicional entre padres e hijos es de dos vías. Lo he visto, sobre todo cuando los padres no son los mejores; los hijos se desviven por tener su atención y cariño. Pero bajo circunstancias normales, la balanza se debería ver inclinada del otro lado. Uno los quiere, a veces hasta demás.

Algo debe haber más allá de la biología. Porque mantenemos lazos estrechos de familia mucho después que son independientes. Sus triunfos nos enorgullecen y alegran. Sus penas nos duelen más que las propias. Uno sufre ajeno, pero porque no son ajenos, son propios.

Nada mejor que ver a los hijos probar el mundo con sus primeros eventos. Hasta las primeras roturas de corazón. No es que me guste verlos sufrir, simplemente acepto que eso es lo que tiene que suceder y me siento a esperarlos con un buen abrazo. Yo no puedo hacer que la vida no les duela, pero sí puedo estar siempre. Incondicional.