Tengo una amiga que dice, no sin razón, que la confianza apesta. Y es que confunde tener confianza con la falta de respeto, tanto propio como del otro. La convivencia constante no debe borrar los límites de la educación. Por eso detesto esa familiaridad excesiva que permite groserías. Simplemente no es lo mismo.
Para una verdadera intimidad se necesita conocimiento y apertura. Si no se es vulnerable, poco se puede sembrar sentimentalmente, porque no hay profundidad. Pero una cosa es la apertura y otra muy distinta es una falsa desnudez en la que la gente se despoja de la amabilidad. El ser sincero sin groserías es la medida justa de una amistad que perdure.
Me gusta conocer a la gente que tengo cerca. Eso no implica ni que me tengan que decir absolutamente todo, ni que tengan que perder la educación cuando me tratan.