Siempre se puede estar mejor. Más bonita. Más delgada. Mejor vestida. Debí haberme maquillado, tal vez. El pelo estaba fatal. No debí haber hablado tanto. Tan poco. Llovió. Había mucho sol. Tuve frío.
Y así, ningún momento es perfecto si insistimos en compararlo con lo que no existe. Porque, en realidad, cada pedazo de vida que respiramos es todo lo que puede ser. No le cabe más.
Quiero aprender a necesitar exactamente lo que tengo. Y, tal vez, salir un poco más arreglada.