Nadé hoy. Despacio y poco. Sentí una libertad mayor que lo que puedo describir al dejar el teléfono a un lado y sumergirme a no escuchar nada más que el agua. Qué poco me había dado cuenta de lo mucho que me hacen bien esos momentos desconectada de la vida.
Después que mi mamá tuvo el derrame, estaba atada al teléfono cuando salía, porque siempre había una emergencia. Con los niños, esto es menos agudo, pero siempre constante. Ahora supongo que volveré a sentirme con un apéndice extra. Está bien. Pero también está bien poder dejarlo un pequeño instante.
Como hoy. Todos necesitamos el momento que sólo sea nuestro, porque no podemos darnos si no tenemos nada dentro. Espero haberlo aprendido ya, para no desgastarme, pues necesito servir durante mucho tiempo más.