Los cambios no se miran día a día, porque son pequeños, graduales. Las amistades que tenemos algún tiempo de no ver pueden notar alguna diferencia. Las fotos son un gancho al ego que resaltan todos los lugares vacíos de líneas.
La juventud física es un regalo efímero, que no le dura a nadie. No hay bisturí que lo devuelva. Pero sí hay una fórmula mágica para retroceder el tiempo.
La invoco cada vez que miro algo familiar a través de los ojos nuevos de mis hijos. Escuchar una viejada y que les encante por primera vez. Releer un libro y que un desenlace conocido sorprenda. Es hasta volver a reír con chistes tan recalentados como los de Pepito.
Mi corazón rejuvenece cuando juego con ellos, aunque mis ojos marquen las risas con surcos nuevos. No hay bisturí que logre quitar las arrugas del ánimo. Pero pónganme a ver Star Wars por primera vez otra vez y no necesito ninguna cirugía.