Siempre he querido un gato negro peludo. Ha de ser la vocación de vieja bruja que dicen que llevamos todas las mujeres dentro. O que, simplemente, son hermosos. Hace unos meses rescatamos a un gato de un tragante que tiene de negro y peludo lo que yo tengo de colocha y morena. O sea, nada. Es lindo, pero es corrientemente lindo. Y justo cuatro meses después, una amiga postea una foto de una gatita negra y peluda que necesita dar en adopción, porque la mamá llegó a parir a su garage junto con otra gata y ya parecen refugio de mascotas.
Y allí me tienen, con la posibilidad de cumplir un deseo, justo al alcance de mi mano. Con más dudas que noviecita en su primera noche.
Cada vez que estamos cerca de cumplir un sueño, por pequeño que sea, dudamos. Es como que si nos diera miedo que la realidad no cumpliera las expectativas que nos hemos construido en la imaginación. Y está bien. El mundo exterior pocas veces corresponde con lo que pasa entre nuestras orejas. Pero todo es cuestión del enfoque. En lo personal, me detienen muchas veces mis propias barreras y pocas veces hago algo impulsivo. No me como un helado, porque sé que después voy a estarlo sudando. O un jeans porque después voy a querer gastarme ese dinero en otra cosa.
Pero también he aprendido a separar mis experiencias en dos etapas: la planificación y la realización. Ambas tienen sus encantos. Para preparar viajes, toda la parte de hacer itinerarios, comprar entradas, hacer reservaciones de comidas, estudiar mapas, aprenderme horarios de transportes públicos, etc., es lo que me prolonga la experiencia, antes de la experiencia. Luego, cuando estoy allí, el ver que mi esfuerzo tiene como fruto que no estemos estresados, que le saquemos el mayor beneficio a estar en un lugar extraño, sin cansarnos porque no sabemos qué hacer, me da una satisfacción agregada. Allí es una de las pocas ocasiones en las que he aprendido a disfrutar de hacer realidad mis sueños.
Al final del día, lo que nos detiene muchas veces es el miedo a decepcionarnos. Lo cuál es sumamente triste, porque de todas formas ya estamos en negativo cuando no tenemos lo deseado. Adivinen quién durmió hoy con una gatita negra peluda.