Anclas

A veces nos sembramos en lugares como si fuéramos olivos que tienen que estar en el mismo sitio durante siglos. Nos enraizamos creyendo que esa es la forma más efectiva y duradera de pertenecer. Y a veces nos rehusamos a desprendernos, aún sabiendo que hay otras cosas mejores.

Siempre necesitamos sentirnos parte de algo más grande que lo que somos. Ser integrantes de un grupo en donde se nos vea y nos valore. Viene de la necesidad de llevarnos bien con los demás en el grupo de cacería o de la comunidad. No encajar en muchos casos significaba la muerte. Ahora la cosa es menos literal, pero casi igual de dañino y el no sentirse uno identificado con algo más, puede causar ansiedad, que sería lo de menos.

El problema es clavarse en estar en un lugar (que incluye personas) con quienes no tenemos posibilidad de ser mejor. Nos cuesta separarnos de la atención, aunque duela. Y sufrimos de tan solo pensar dejarlo todo. Lo bueno es que sólo se necesita dar el primer paso. Los demás vienen después.

La destrucción porque sí

Hoy vi un semáforo roto en una forma que me llamó la atención. Sólo alguien con intención pudo haberlo hecho, tomándose la molestia de destruir algo por el simple placer de hacerlo.

Derribar un castillo de arena es mucho más fácil que hacer uno. Arruinar una relación se logra en segundos. Romper a alguien es tan sencillo como dejarle de hablar. Destrozar no cuesta. Construir sí.

No niego que hay cosas que mejor quedan aniquiladas, generalmente para evitar un desastre mayor. Hay plantas que deben cortarse desde la raíz. Pero también creo que la energía está mejor gastada en algo positivo. Hasta dormir cuenta.

Suficiente tiempo

Hoy nos salió todo bien. No había tráfico ni para salir a CAES. Fue el milagro de domingo. Pero las cosas no son así siempre.

Ahora tenemos que tomar demasiado tiempo de anticipación para ir a cualquier lado. Para tomar decisiones de carrera, para escoger carreras.

Pero, lo que pasa con el tiempo, es que de todas formas pasa. No hay que tenerle miedo a cuánto nos vamos a tardar en llegar a una parte. Sólo tenemos que hacer los planes adecuados.

No dormir

Por cuestiones domésticas, ayer no dormí. Me pasa de vez en cuando y siempre se siente como tortura. Es una deuda con uno mismo que jamás se deja de pagar. Puedo estar sin comer, no me afecta. No duermo y no puedo ni siquiera hacer un sudoku.

Hay demasiadas investigaciones tratando de probar sin lugar a duda qué pasa cuando uno duerme. No hay nada definitivo. Lo que sí se sabe es que dormir bien es un elemento importante de la salud.

Recuerdo que un doctor alguna vez me dijo que tenía que dormir. Le pregunté a qué horas le pasaba dejando a mi hijo. Ahora tengo dos y ni porque ya son relativamente grandes, me dejo de despertar.

Mantenimiento

Es difícil mantener hábitos pequeños constantes que no necesariamente se ven. Es como la ropa sucia, siempre hay más, por mucho que uno lave todas las semanas. Pero, ¡ay de uno si uno deja pasar una sola sin hacerlo! Esa montaña de ropa se convierte en un accidente geográfico.

Las cosas que destacan son las poco comunes y a las que más les ponemos atención. Una fruta roja en un mar de verde sobresale inmediatamente. Pero no podría existir sin esa estabilidad anterior. Así, el éxito y el fracaso so muchas veces producto de una repetición aburrida de hábitos pequeños que nos llevan con ímpetu acumulado al final.

Hacer oficio es aburrido. Mantener una cordialidad constante aún en nuestras relaciones más cercanas a veces cansa. Y precisamente por eso es que hay que hacerlo siempre, a riesgo de estallar las cosas después. O de ser devorados por el monstruo de la lavandería que ya no se va a conformar con comerse sólo un calcetín a la vez.

La vida de las cosas

Hace unos años, me regalaron una suculenta. Medio me sobrevivió un tiempo, la regaba con constancia. Pero se la llevó mi hija y ya no hay más suculenta. Pasa. Las cosas necesitan atención para vivir.

Si uno se fija, las emociones tienen un ciclo de vida también. Duran, en su primera forma, unos cuantos segundos y luego se evaporan. Pero nosotros las alimentamos. Cuando recordamos por qué nos enojamos con alguien, volvemos a sentir enojo, pero no es el mismo, es artificial. No digo que sentir sea malo, o que no debemos tomar acciones derivadas de nuestras emociones, para eso están. Pero regresar a sentirnos mal por algo que recordamos, creo que es innecesario.

Me cuesta muchísimo no perderme en el océano de las emociones pasadas. Tengo que hacer un esfuerzo enorme para no seguir echando leña a un fuego nuevo. Pero he aprendido que hay plantas que es bueno dejar morir.

Despierta

Anoche me despertó algo a la medianoche y me costó muchísimo volver a dormir. Estaba completamente despierta, más que a las tres de la tarde de un día típico. No me entiendo a veces.

De las cosas que más nos están costando en esta modernidad es dormir. Es uno de los factores fundamentales de una buena vida. El cuerpo nos lo pide. Debería ser fácil. Y resulta que es tan complicado dormir de seis a ocho horas todas las noches como quitarse el hábito del pan con café. Tal vez más. Las rutinas ayudan. El propósito de estar en la cama a la misma hora todos los días ayuda. Meditar ayuda. Pero ni todo eso combinado es garantía.

Con lo que me gustan las rutinas, trato de seguir la mía hasta en los fines de semana. Me he convertido en alguien extremadamente diurno, con poca tolerancia a trasnochar. Y ni así lleno mi cuota de descanso. Menos en noches como la de anoche. Tal vez empiece un club de trasnochados.

Preferencias

Prefiero el peso de tus palabras

que el vacío de tu silencio

es mejor la herida que sangre

que ahogarme sin oxígeno

la certeza de una razón

que la duda.

Detesto la duda.

Me levanté una uña

Hoy pateamos mascotas en el karate. Es riquísimo hacer eso. Da un enfoque especial al movimiento tener un blanco a qué apuntarle y poder descargar toda la energía. También hay un riesgo mayor de lastimarse, aunque sea un poco. Como hoy.

El perfeccionamiento de una técnica debe siempre tener un propósito. Tanto esfuerzo sin resultados no tiene sentido. Por eso es que uno practica para algo. Y por eso ponerse fechas es bueno. Adelgazar para un cumpleaños, estudiar para un examen, entrenar para una competencia. Da mucha energía. Pero también es ficticio. Debe haber una continuidad en el mejoramiento, aunque no haya un fin en especial. Eso es mucho más difícil de mantener. Por eso tienen tanto éxito los famosos challenges de principios de año y tan pocos continúan con esas enseñanzas.

Mañana voy a regresar al karate, con menos uña que hoy. Porque el entreno es de siempre, mi uña vuelve a crecer y yo quiero estar lista. Para cualquier cosa.