A veces nos sembramos en lugares como si fuéramos olivos que tienen que estar en el mismo sitio durante siglos. Nos enraizamos creyendo que esa es la forma más efectiva y duradera de pertenecer. Y a veces nos rehusamos a desprendernos, aún sabiendo que hay otras cosas mejores.
Siempre necesitamos sentirnos parte de algo más grande que lo que somos. Ser integrantes de un grupo en donde se nos vea y nos valore. Viene de la necesidad de llevarnos bien con los demás en el grupo de cacería o de la comunidad. No encajar en muchos casos significaba la muerte. Ahora la cosa es menos literal, pero casi igual de dañino y el no sentirse uno identificado con algo más, puede causar ansiedad, que sería lo de menos.
El problema es clavarse en estar en un lugar (que incluye personas) con quienes no tenemos posibilidad de ser mejor. Nos cuesta separarnos de la atención, aunque duela. Y sufrimos de tan solo pensar dejarlo todo. Lo bueno es que sólo se necesita dar el primer paso. Los demás vienen después.