Una de mis definiciones favoritas de inteligencia es la capacidad de sostener en la mente dos verdades opuestas al mismo tiempo. ¿Quieren divertirse en una reunión? Pregunten qué es más importante, si la verdad o la gentileza. Poner extremos siempre es simpático, porque ambas partes pueden tener argumentos válidos, que se contradicen entre sí.
La existencia en general se puede entender en opuestos y no estar errado. Pero tampoco está completo. Hay un mundo entero que envuelve los extremos y que abarca mucho más que sólo el blanco y el negro. Lamentablemente, perdemos esas tonalidades en nuestro afán de entender, o de justificarnos.
Me gusta lo binario. Las respuestas definidas, los colores claros, las palabras con un sólo significado. Me cuesta navegar en el mar de la ambigüedad. Pero sé que me pierdo de todo un espectro maravilloso de colores. Estoy aprendiendo a no quedarme sólo en el sí o en el no.