Eso de que el no ya lo tiene uno ha impulsado una gran cantidad de atrevimientos. Pero nada que valga la pena hacerse no aguanta un poco tragarse la vergüenza. Es una mezcla entre que la ignorancia es atrevida y que los valientes son aventados. Yo prefiero no ser lo primero y no me considero mucho de lo segundo. Pero tampoco veo mucha dificultad en hacer las cosas que quiero aunque conlleven ir a recoger los «nos» que ya tengo.
¿Cual es ese impulso que tenemos los humanos por lanzarnos a lo que no conocemos? El motor de la humanidad de seguro es el aburrimiento porque no nos quedamos quietos y sentimos urgencia por movernos de donde estamos cómodos. Tal vez nuestros antepasados cazadores y recolectores, quienes no se quedaban en el mismo lugar por razones de supervivencia, nos dejaron impresos en el ADN la necesidad de buscar y no estar contento con lo que se tiene.
Uno de los principios del budismo es, precisamente, salirse de esa necesidad de cambio y quitarse el sufrimiento por lo que no se tiene, no se quiere perder, o se quiere uno quitar de encima. Me siento halada entre dos impulsos vitales. Igual mejor pruebo. Total el no ya lo tengo.