Gracias

Hoy un señor me preguntó si yo podía hacer algo. Lo hizo de una forma respetuosa, más por “cuidarme” que por dudar de mi capacidad. Claro que podía, pero ese no es el punto.

Independientemente de nuestras circunstancias, siempre llega el momento en que necesitamos ayuda. Los seres humanos evolucionamos para ser sociales y eso implica una necesaria interacción. Sólo con el hecho que el tiempo es limitado y podemos ocupar solamente un espacio a la vez, se reducen nuestras oportunidades de hacer cosas. Para eso está todo el resto de personas que trabajan. Lamentablemente, junto con esa interdependencia, convive en nosotros un terror por necesitar ayuda. No se puede.

Soy la primera en valorar hacer mis cosas por mí misma. Y también agradezco la ayuda ofrecida. Se puede convivir mejor así.

Entre dos cosas buenas

La belleza de los ciclos es que se repiten. Esa es también la más grande desventaja. Sobre todo porque depende del tipo de ciclo. Pero hasta lo bueno en repetición llega a aburrir si uno no encuentra algo novedoso. El mejor de los chistes deja de ser gracioso al escucharlo de nuevo. Y el dolor deja de tener filo de tanto usarlo, por eso se acostumbra uno a él.

Las peores decisiones de la vida no son entre algo bueno y algo malo. Son entre dos cosas buenas. O dos igualmente malas. Pero hay que tomarlas porque si uno las deja pasar, la vida las vuelve a poner enfrente.

No hay nada que el universo deteste más que el estancamiento. Va a hacer todo para sacarnos de la inmovilidad. Aunque sea dándonos vueltas.