Hoy un señor me preguntó si yo podía hacer algo. Lo hizo de una forma respetuosa, más por “cuidarme” que por dudar de mi capacidad. Claro que podía, pero ese no es el punto.
Independientemente de nuestras circunstancias, siempre llega el momento en que necesitamos ayuda. Los seres humanos evolucionamos para ser sociales y eso implica una necesaria interacción. Sólo con el hecho que el tiempo es limitado y podemos ocupar solamente un espacio a la vez, se reducen nuestras oportunidades de hacer cosas. Para eso está todo el resto de personas que trabajan. Lamentablemente, junto con esa interdependencia, convive en nosotros un terror por necesitar ayuda. No se puede.
Soy la primera en valorar hacer mis cosas por mí misma. Y también agradezco la ayuda ofrecida. Se puede convivir mejor así.