Leer a Harari es entender pero no integrar. Tiene ideas de cómo va a ser el futuro que retan nuestra concepción del mundo y de la humanidad. Entre lo que llama la atención es cuando afirma que somos esencialmente dos personas: una que experimenta y otra que narra. Y muchas veces se contradicen. Probablemente por eso estamos llenos de incongruencias.
Independientemente de lo que todo eso pueda significar para conceptos enormes como la moralidad y la consciencia, me parece iluminador para el actuar diario. Vivimos entre dos formas distintas de pasar nuestros días y cada una es importante. Por un lado, el estar, sentir, nos centra. Por el otro, el describir lo experimentado le da significado, sobre todo más adelante.
Me llama la atención que esto sólo refuerza el hecho que la realidad nunca se puede atrapar entera. Porque no sólo están limitados nuestros sentidos, sino que editamos lo que usamos para contarnos nuestra historia.
Somos, como seres humanos, una multiplicidad de formas de vivir. Que no creo que eso nos haga seres fraccionados. Al contrario, nos ofrece distintos campos en dónde desarrollarnos. Pueda ser que tengamos muchas facetas, pero somos la misma piedra.