Un helado

Te hice un helado de limón

porque me gusta lo ácido

tan parecido a tu humor

y frío

ese primer beso

que es el de siempre

en la orilla de mi boca

con el que tiemblo

el hielo también quema

quiero pasar tocándote

hasta dentro de tu piel

convertida en una cucharada

por eso cocino

el embrujo hecho comida

y yo en cada bocado.

El desapego

Sentirme sola, desconectada, distraída, fue la constante del 2019. Por una serie de circunstancias desafortunadas, se me fueron rompiendo varias de las conexiones que tenía con la vida hasta ese momento. Me encuentro ahora con la poco usual oportunidad de retomarlo todo. O no.

Practicar meditación ayuda a medir con menos angustia las propias experiencias, porque se aprecian como transitorias, nada dura más de lo que le ponemos atención. Que no quiere decir no sentir, sino sentirlo todo hasta agotarlo.

Si no me aferro a lo que he pasado, puedo ponerle todo el empeño y dedicación a lo que tengo enfrente. El desapego de uno mismo tiene como resultado la presencia consciente en el ahora y en el yo.

Estoy exquisitamente lejos de lograr todo esto, pero estoy segura que me encuentro a las faldas de la montaña correcta y es sólo cuestión de escalar, no importa cuánto me tarde. La cima se puede seguir alejando el resto de mi vida, pero el camino me llevará cada vez más allá de donde estaba y a veces eso es suficiente. Quiero sentirme acompañada, conectada y concentrada y eso sólo lo puedo lograr dejando ir a la necesidad anterior.

Añadamos a la lista

Con tantas cosas por hacer, lo único que se me ocurre en este momento es que quiero dormir. Ahorita y en general. Tan básico que se lee, pero es algo que no he hecho bien y tal vez sea importante. Y ya que estamos en cosas simples, quiero abrazar mucho. A mis hijos sobre todo. Ahora que aún soy tanto más grande que ellos y les puedo servir de refugio, para que el día que eso ya no sea cierto, les quede la sensación. También quiero comer con propósito, sin ver el teléfono, poniéndole atención a lo que me llevo a la boca. Caminar con la vista abierta. Cantar mucho, todo el tiempo. Vestirme con más esmero. Hablar con más dulzura.

Quiero seguir añadiendo cosas a la lista de lo que quiero hacer, porque eso implica que me regresaron las ganas. Y eso es lo que más añoro.