Creo que, de no ser por no poder salir, porque el súper lo vienen a dejar no sé cuando y la carne después, porque tengo que entretener a los niños y no es cosa sencilla, porque no puedo ir a comprar una botella de vino, porque no miro gente, porque hay una enfermedad horrible haciendo fiesta con el mundo, puedo ser muy feliz encerrada en la casa.
Lavo ropa, cocino, planto lavanda, escucho música. Tengo menos tiempo para mí, lo que es contradictorio. Podría leer más y no. Casi no he visto tele. Se me junta una levantada de la cama con la ida a dormir. Se me han ido los días y aún no hago todo lo todo que debo hacer, no sé cómo meto el karate y la natación en mis días normales, si no he podido hacer ni media hora de yoga.
La autocontención es una cosa maravillosa y ahora la estamos aprendiendo todos, no sólo nosotros los hijos únicos. No es una mala herramienta en la caja de la salud mental. Ayuda meditar, tener un poco de tiempo a solas, un hobby. Y ayuda escribir. Aunque no me den ahora mismo el espacio para la ficción, este lugar, el de ahorita, siempre lo tengo disponible. Y, en quien me lea, una conversación a la distancia. Gracias por la compañía.