Una falta de imaginación

Cambiar comienza con darse cuenta que hay algo malo. Luego admitir que es porque uno está desconchinflado de alguna parte. Luego buscar qué hacer y cómo. Pero lo más importante es tener la capacidad de imaginarse que las cosas pueden ser diferentes. Muchas veces nos quedamos en donde estamos, porque no sabemos cómo cambiar, ni cómo se van a ver las cosas nuevas.

Si lo consideramos bien, todo siempre es distinto. Cambia constantemente, aún sin nuestra voluntad, mejor dicho, a pesar de ella. Y resistirse a eso sólo causa angustia. La permanencia es un estado abstracto que no se aplica bien en la realidad. Si un edificio quiere sobrevivir un terremoto, debe estar preparado para moverse lo suficiente como para cabalgar las olas y recuperarse.

A mí me ha costado, y me sigue costando, la disposición al cambio. Me han tenido que suceder cosas tremendas para que yo acepte que no puedo mantener todo en el orden que me gustaban y que mejor me adapto. Pero me ha ayudado muchísimo tener la capacidad de imaginarme algo distinto, mejor y hacerle ganas a la transición. Los terremotos, si uno los sobrevive, también pueden ser divertidos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.