Hace unos años, me regalaron una suculenta. Medio me sobrevivió un tiempo, la regaba con constancia. Pero se la llevó mi hija y ya no hay más suculenta. Pasa. Las cosas necesitan atención para vivir.
Si uno se fija, las emociones tienen un ciclo de vida también. Duran, en su primera forma, unos cuantos segundos y luego se evaporan. Pero nosotros las alimentamos. Cuando recordamos por qué nos enojamos con alguien, volvemos a sentir enojo, pero no es el mismo, es artificial. No digo que sentir sea malo, o que no debemos tomar acciones derivadas de nuestras emociones, para eso están. Pero regresar a sentirnos mal por algo que recordamos, creo que es innecesario.
Me cuesta muchísimo no perderme en el océano de las emociones pasadas. Tengo que hacer un esfuerzo enorme para no seguir echando leña a un fuego nuevo. Pero he aprendido que hay plantas que es bueno dejar morir.