Aprendemos a expresarnos en una forma básica y luego hacemos nuestras las palabras. Hay cosas que no tienen importancia si son distintas: yo puedo pensar en un gato negro cuando digo “gato” y alguien más puede pensar en uno anaranjado. Es indiferente. Pero para cuestiones de establecer una relación, la discrepancia en las cargas emocionales y cognitivas que acarrean ciertos conceptos puede ser pesada.
Ahora, si yo entiendo que el cariño se demuestra de una manera y quien quiero que se sienta apreciado lo entiende de otra, las cosas se complican aún más. Y es que hay una especial de tragedia en cuanto a las diferencias de entendimiento para el cariño: darlo como uno puede y que no se acepte por no ser entendido.
Uno dice que la pareja debe querernos como somos, que nadie debe cambiarnos para estar con nosotros. Y esto en su esencia es correcto. Pero también está la parte de evolucionar para se mejor, aprender cosas nuevas y ser distintos por todo lo que nos ha pasado. Esto es lo verdaderamente interesante: podemos seguir siendo nosotros mismos, y aprender a hacer las cosas de formas distintas. Una transfiguración de nuestra esencia. Si lo que queremos es que se entienda nuestra intención, pues aprendamos a demostrarla de la forma que el otro pueda hacerlo.
Querer como quieren que querramos. Y explicar cómo es eso para nosotros. No debería ser difícil.