¿Y el estrés?

Despierta desde las 3:30 a.m. y no hubo forma que me tranquilizara lo suficiente como para dormir. Hasta nadé (sin sol, bajo protesta, como que me perseguía una barracuda), pero tampoco eso me ayudó. Me quedé como araña de corpus.

No importa qué tan racionales seamos, qué tantas herramientas tengamos contra las preocupaciones, hasta el hecho de saber qué nos quita el sueño. Siempre hay cosas que nos carcomen y que, en la balanza de las cosas, no deberían pesar tanto.

Aprendemos a estar presionados por todas partes y casi nunca nos enseñan cómo dimensionar esas presiones. Casi todos hemos tenido momentos de quiebre, noches de insomnio, arrebatos emocionales sin explicación.

Lo bueno (tal vez lo mejor) es que sí podemos aprender a no dejar que las penas nos carcoman.

En mi caso, me desvela no tener control sobre las cosas, como si no hubiera aprendido ya que el control no es poder. Y, cualquier cosa, se puede solucionar. Para mientras, dormiré con la botella de tequila al lado de la cama. Tal vez eso me ayuda.

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