Grande, pequeña, opaca, transparente, incluyente, frágil, de cualquier forma que sea, pero todos vivimos dentro de una burbuja. La que nos construyeron nuestros padres, profesores, profesiones, preferencias, religiones, relaciones, experiencias. La que percibimos, o que de todos modos nos envuelve y negamos. No importa. Siempre está allí.
Cuando crecemos y tomamos conciencia de su existencia, si queremos experimentar el mundo de forma más amplia, decidimos expander la burbuja. Cuando fijamos nuestros valores y lo que más nos importa, reforzamos sus fronteras.
La frase «Así hacemos las cosas en esta casa» es la primera frontera de la burbuja. Cada familia tiene su propia base. Los niños en mi casa están dormidos antes de las 7pm, de lunes a domingo. Escogimos un colegio en donde tuvieran tres idiomas, para darles amplitud del mundo. Tenemos la esperanza que, con su propio esfuerzo, se puedan ir a estudiar fuera. Bien, o mal, ésa es la burbuja dentro de la que metemos a las personas que tenemos a nuestro cargo. Somos bien extraños.
Ayer mi hijo me preguntaba si había alguien en mi vida que me molestara. Pude contestarle que no, porque verdaderamente sólo me relaciono dentro de mi burbuja con gente que me aporta más cosas positivas que chingaderas. Así podo mi tl, doy blocks y ufs sin remordimiento, dejo de contestar llamadas y evito inmiscuirme en situaciones desagradables.
Lamentablemente para mis hijos, el mundo a su edad está lleno de gente que no respeta las burbujas que cada uno tiene. Ya aprenderán a defenderse.
Por el momento, se me está terminando el tiempo de pintarles sus burbujas de colores y debo aprovecharlo.