Todo bien

Choqué. Por fijarme en el sem´áforo de enfrente. Y la verdad es que, ya con el carro en el taller, habiendo almorzado al fin, y con la primera tanda de ropa en la lavadora, puedo tomar perspectiva: no me morí. Hubiera sido muy fácil si hubiera sido otro tipo de carro. Es una lata quedarme sin poder moverme fácil, sí. Ando apachurrada porque me siento imbécil, también sí. Pero…

Los accidentes suceden y no hay voluntad involucrada, aunque claro que hayan consecuencias. Son provocados por actos no planificados que se nos vienen encima y a los que simplemente les tenemos que hacer ganas. Hay más cosas no planificadas que nos suceden que al revés y sólo es cuando hay un trancazo que realmente les ponemos atención. El mismo hecho del lugar, familia y circunstancias genéticas con las que nacemos es un accidente y lo que uno hace es enfrentar la vida con lo que tiene.

Hoy me tocó protagonizar una mulada. Qué bendición que no haya habido consecuencias más graves y qué bueno que nadie está lesionado. Aunque cueste, lo material se arregla. Y yo estoy aquí para contarlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.