Tres días sin manejar. Sin horarios. Sin clases. Falta uno en un paraíso de días sin tiempo. Poder escapar a una casa sencilla en la que la única preocupación es que el agua está fría, es salirse de una vida que lo lleva a uno.
No me las puedo llevar de naturalista. Mi cabaña en el bosque ideal tiene agua corriente, plomería, energía eléctrica e internet. Sería incapaz de vivir como el Unabomber. Pero eso que hago todos los días tampoco es ideal.
Pareciera que la modernidad nos da tantas cosas, que nos deja sin lo más esencial.
Por el momento, este en el que igual no tengo nada qué hacer ni a dónde ir, estoy feliz. Mañana que regrese a una casa llena de cosas que me reclamen, también.