Lo sencillo y lo difícil

Seguir una rutina de ejercicios no tiene nada de complicado. No estamos hablando de armar un reactor nuclear con piezas sueltas. Pero requiere esfuerzo. Y constancia. Así como todo lo que vale la pena hacer en la vida.

La repetición de ejercicios fáciles nos prepara para escalar en dificultad y por eso en el karate regresamos a dar pasos con golpes todas las clases. Nunca se puede repetir suficiente el movimiento más de principiante que existe, porque siempre se puede hacer mejor.

Igual todos sabemos que, para que una relación funcione, no basta hacerle ojitos al compañero. Hay que aprender a convivir con todo lo que implica esa mezcla de espacios y costumbres. Salen, una y otra vez, los temas de discusión hasta que se encuentra por dónde estar felices todos.

Ahora, que no sea fácil no quiere decir que tiene que ser complicado. Desconfío de las dietas que hacen contar hasta la última chibolita de una mora y requieren horarios específicos. Las relaciones, aunque haya que trabajarlas, no tienen que costar, mucho menos hacer sufrir. Y el ejercicio no debería parecer audición a puesto de contorsionista en circo.

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