Me encanta Spotify. Encuentro casi todas las canciones que busco, hago mis playlists a mi antojo (desordenadas según mis amigas) y me sacan «Daily Mixes» que mezclan canciones que he estado escuchando y nuevas similares. En mi vida, las canciones han marcado mis etapas, relaciones, humores, amores. Creía que era así con todo el mundo, pero resulta que sí existen personas a las que la música las tiene sin cuidado.
Supongo que hay gustos para todo.
Lo cierto es que siempre hay música a nuestro alrededor. Los pájaros jolgoriosos dándole los buenos días al sol en los árboles de los arriates. El «buenos días» dulce de los niños amodorrados aún. El ding de aviso de un mensaje que nos hace sonreír.
Guardamos el recuerdo del timbre de voz de la gente que quisimos y ya no está. De la primera palabra que dijeron nuestros hijos. De la canción que bailamos con esa persona.
Podemos decidir escuchar el ruido, los bocinazos, el mal tono. Nos podemos enfocar en el sonido de la alarma que nos molesta. Supongo que todo es cuestión de perspectiva. Yo bajo el vidrio del carro cuando paso de madrugada al lado de los árboles. Escuchar a los pajaritos es mi premio por ir antes que el sol al karate.
Hasta las estrellas hacen música. A veces sólo hay que escuchar con atención.