El hielo en las venas

Recuerdo a mi mamá reaccionar como témpano ante las emergencias. Calmada y tranquila, siempre enfrentó el mundo con entereza cuando éste se le desmoronaba. Que no es lo mismo cuando estaba calmado todo a su alrededor y ella se volvía frágil.

Yo adopté el estoicismo para mi vida normal y siento el hielo correrme por las venas. Aunque sigo sintiendo de vez en cuando el halón de la angustia cuando algo sucede, traducido probablemente en las ganas normales de un abrazo como las que tengo en este momento.

Saber cómo reacciona uno ante situaciones límite es bueno para, o seguir haciendo lo mismo, o tratar de cambiar. No me gusta la opción de parecer gallina decapitada ante una necesidad de actuar rápidamente. Pero creo que también es bueno poder dejarse romper por las cosas que hieren. Tampoco estoy muerta por dentro.

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