Algunas verdades no sirven

Hay cosas que todos sabemos y que no nos hacen más o menos sabios. Como cuando aumentamos de peso y lo podemos ver en un espejo. O practicamos un deporte para el que no somos demasiado talentosos. O cuando vemos que las arrugas ya comienzan a hacer un mapa en nuestra cara. A veces, asumimos esta información, otras, la ignoramos. Porque son cosas que no se pueden evadir. Es lo que es. Y ya. Como la muerte. Todos sabemos que vamos a morir. ¿Y?

El problema es que, siendo la muerte nuestra compañera de vida, tenemos el final ya escrito, pero tenemos que desarrollar todo lo que hay en medio. Saber que tenemos un tiempo limitado, a algunas personas las hace vivir al límite. A otras las paraliza

En mi vida, la muerte de seres queridos, amigos, padres, ha sido un marcador. Hay antes y después. Y todo sigue en medio. Qué va uno a saber. Lo cierto es que uno tiene que vivir sabiendo que todo se va a acabar. Sin excesos destructivos porque igual ya todo se va al trasto. Sin paralizarse. Simplemente viviendo.

Saber el final, pero no todo lo que pasa antes. Le da un enfoque a nuestra existencia y también le quita mucha gravedad.

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