Ni de cerca. Resulta que me quedo corta para muchas cosas. Y aprender eso es una lección dura. Porque uno (yo) quiere hacerlo todo. Especialmente porque se le mete que las cosas tienen que ser de cierta forma. Y luego va la vida a reírse abiertamente de uno.
Porque uno no puede más que lo que es hacia adentro y eso hasta después de aprender a autorreconocerse. Si hasta las emociones nos pasan llevando como trenes descarrilados.
Tener un círculo de soporte, una familia, pareja estable, nos debería permitir dejar ir esa gana de hacerlo todo. Porque hay cosas muy básicas que necesitan hacerse entre dos, comenzando con un abrazo que consuele. Dejarse ayudar, sobre todo emocionalmente, es abrirse y exponerse, claro. Y no siempre la experiencia es buena. Pero lograr esa vez que uno necesita apoyo y obtenerlo redime a la humanidad y pega un poco el corazón cuando se rompe.
Yo no lo puedo todo. Por lo menos no todo lo que quiero. Y tengo que aprender a pedir ayuda, compañía, apoyo. Porque no vivo en una isla y porque me gusta que me abracen.