Verdades no objetivas

Estoy bronceadísima. Tengo líneas del traje de baño que demuestran la diferencia de color. Pecas también. Esa es mi verdad subjetiva, relativa únicamente a mí misma. Objetivamente, podría decir que estoy beige. O sea. No paso de ser una aspirinita salvaje.

Vivimos nuestras verdades en diferentes planos. No estamos hablando de hechos irrefutables. Si hay 29 grados de temperatura un día, hay 29 grados. Punto. Pero, para mí, eso puede ser muy caliente y para alguien más no. Lo mismo hacer algún deporte pueda ser aburridísimo para alguien y divertido para mí. El deporte en sí no cambia.

Tal vez lo que más varía son nuestras emociones. Reaccionamos de formas radicalmente diferentes al mismo impulso. Por eso es que cada relación es única y funciona (o no), para los que están en ella.

Lo más valioso de aprender a ser empático es que se experimenta el mundo de forma diferente. Sólo con tratar de ver el arte con otros ojos nos amplía nuestra propia existencia. Hay más allá afuera que sólo lo que sentimos, aunque parezca descabellado.

La relatividad es maravillosa. Yo sigo pensando que estoy tostada. Sólo no me comparo con mi hija, que sí tiene color de diocesita del sol.

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