Hay esferas de intimidad que se delimitan con gestos aparentemente inocuos. El quitarle una mota de la ropa a alguien, una palabra cariñosa, la cercanía. Pequeñas cosas que se dan entre personas con relación que no son demostraciones exageradas de afecto. Pero sí marcan un gesto.
Yo estoy acostumbrada a no tener acercamiento físico con personas extrañas. Agradezco que sea más popular no saludar de beso. Y definitivamente no me gusta que invadan mi espacio personal. Pero no estoy inmune a pequeñas transgresiones que me dejan sin poder reaccionar porque no son abiertamente abusivas, pero no dejan de ser invasivas. Uno de mujer está preparada a romperle los dientes a alguien que le meta mano. Pero no sabe qué hacer con una mano en la cintura o que le toquen a uno el pelo. Maña más desgraciada de tomarse libertades.
No hay forma de blindarse contra esas situaciones. Y probablemente siga teniendo la misma reacción estúpida, porque no estoy preparada a que me agredan así. Sólo espero que poco a poco se vaya extinguiendo esa subespecie de ser humano que se siente con derecho de no respetar.