Tengo conocimiento limitado de una cantidad aceptable de cosas. He leído tantos libros de cualquier tipo, que a veces hasta la mitad de uno me doy cuenta que ya lo había leído. Tuve una educación bastante amplia y he cometido suficientes errores como para agarrar algo de experiencia. Y aún así, mi mundo está limitado a las ideas que me sirven de sistema operativo.
El término «sesgo ocupacional» sirve para describir la deformación que sufre nuestra forma de ver el mundo, dependiendo de lo que hagamos. Como abogada, tiendo a buscar las últimas consecuencias de un acto, especialmente las más negativas. Si le doy rienda suelta a esta tendencia cualquier teoría de conspiración se quedaría corta.
También me deforma la mente lo que pienso de la naturaleza humana: yo no creo que seamos seres intrínsecamente buenos y que los malos comportamientos son una excepción. Yo creo que somos seres neutros que actuamos de una u otra forma, según nos dicte la consciencia.
Cuando los fundamentos de una cosmovisión son opuestos y ninguna de las partes está dispuesta a considerar la opinión del otro, es cuando hay colisiones cósmicas. Porque hasta se puede estar diciendo lo mismo, pero desde perspectivas diferentes y no verlo. Somos como caballos, con la vista tapada para restringir el campo visual.
Quisiera creer que con cada nueva experiencia se me quita un poco el glaucoma mental. He de admitir que hay mundos que no tengo la menor intención de explorar. Para mientras, seguiré evitando colisiones.