Escoger el pasado

Mi mamá hacía muchas cosas con las manos. Era famosa por los vestidos para niña, pero también hacía caligrafía e ilustraciones y cocinaba y tantas cosas más. Mi casa tenía cuadros bordados. Unos más bonitos que otros, seguro, pero todos hechos por ella. Me quedé con uno.

La vida que llevamos es la piedra dentro del río. El agua no tiene un límite entre el ayer y el hoy, simplemente fluye y a la piedra sólo le queda sentir lo que va pasando. Todo nuestro pasado no existe ahora más que en el lienzo mutable de nuestra memoria. Escogemos el filtro, los colores, las formas y la perspectiva desde los que vemos hacia atrás, cada vez que recordamos. En ese sentido, el futuro es inamovible, porque aún no ha sucedido y el pasado es maleable, porque lo modificamos al reexaminarlo. Podemos escoger qué de lo que hemos vivido nos gusta y conservarlo.

Así como nos quedamos con fotos especiales, libros, películas, cuadros, lo mismo deberíamos hacer con el resto de nuestra vida. A mí me quedaron todos los cuadros de mi mamá, pero sólo conservo uno. Y así está perfecto.

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