Dar hasta que ya no haya

Supongo que estoy cansada. Digo “supongo” porque ya es crónico y lo llevo encima igual que la ropa. Podría quitármelo, pero tendría que irme de mi vida a otra parte. No creo que eso sea viable.

Tenemos ciclos de recarga y descarga en todo, eso no sólo aplica para las baterías. Las relaciones nunca están en perfecto balance, son más como subibajas que fluctúan. Además, así son divertidos y el impulso del otro nos hace cambiar de posición. La vida entera nos lleva de arriba a abajo, dejando que tomemos fuerzas para lo siguiente.

Ahora mismo, me toca dar. Y, aunque no le veo final al asunto, sé por experiencia propia que todo, todo, tiene fin.

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