Carne masticada

De pequeña detestaba las zanahorias cocidas (podridas, decía yo), el puré de papas y la carne molida. Me parecía que estaba masticada, cosa que no deja de ser un poco verdad. Supongo que prefería tener que luchar contra un trozo de carne, aunque fuera duro.

Cuando uno tiene que criar hijos, muchas veces les hace la recepción de información más llevadera. El equivalente a volverlo todo una compota. Los niños obviamente no tienen dientes y hay que facilitarles la comida. Con lo que uno los expone al mundo también. Aunque es obvio que todo lo que uno de padre les filtra, ya va contaminado de las ideas propias. Prejuicios que le dicen, los cuales son aún más perniciosos cuando no sabemos que los tenemos. Ellos toman lo que les damos y, durante un buen tiempo, lo aceptan como lo tengan enfrente. Es lo que hay, no existe otra forma de educar, porque no existe tal cosa como la verdadera objetividad.

Pero, uno crece, y tiene la capacidad de madurar su propio criterio, de informarse de varias partes, de tomar una postura menos juzgona y más centrada. No es aceptable quedarse uno en el simple titular sin leer el artículo, o con la opinión de alguien más y no educarse con una fuente primaria. No se vale que, a estas alturas de nuestras vidas, aceptemos que nos alimenten con compotas.

He aprendido a apreciar la carne molida. Pero no me gusta que me la fuercen. Sigo prefiriendo luchar con mi pedazo.

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