La medicina quiere que vivamos 180 años. 180. No me entusiasma la idea. Pero sí me emociona pensar en no deteriorarme y morir con la totalidad de mis capacidades. Y eso también están logrando. No en algo esotérico como “sentirse joven” ni exclusivamente estético con procedimientos quirúrgicos.
Resulta que la clave de la juventud está en regresar al pasado. Al prehistórico. Imitar patrones de comida y de actividades que no tenemos ahora. Reforzar los lazos afectivos que nos dan apoyo emocional. Encontrar momentos de meditación. Y sacudirse todo lo artificial, inclusive la presión moderna de tener tantas cosa que no necesitamos.
Yo soy de la escuela de Freddy y también pregunto quién quiere vivir para siempre. Pero sí quiero estar bien todo el tiempo que se pueda.