En las relaciones las cosas pequeñas apuntalan las grandes. La gente rara vez se divorcia por un acontecimiento inesperado. Más bien, el vaso se derrama con la última de muchas pequeñas gotas. Al revés pasa igual. Las mejores experiencias están llenas de detalles que se complementan y ayudan a afrontar los grandes retos que siempre manda la vida.
Allí es donde ayuda conocerse y saber qué puede aguantar en lo cotidiano y qué no. Probablemente importe más cómo mastican que cómo reaccionan ante el ataque de un león, porque lo primero pasa todos los días.
A mí me llenan las palabras amables y los gestos pequeños de cariño. Obvio no me quejo de grandes cosas bonitas. Pero pueden estar esparcidas.