Quiero salir corriendo. De todo. Por un rato. Y regresar porque me gusta lo que tengo. Pero todos tenemos un punto de quiebre. El mío es pesado, fuerte, ahora ha aprendido a ser flexible. Pero está. Y me he columpiado en él mucho en estos años.
No hay pegamento para todo lo que nos rompemos. Quedan rajaduras y pedazos en el camino. Lo bueno es que hay forma de seguir adelante y quién nos obliga a ser los mismos de antes. Nadie. Así, nos quebramos, retomamos. Seguimos.
Me quiero ir. Pero no quiero alejarme.