La piel necesariamente debe servir de frontera, no sólo contra los elementos, sino de contención a nuestras propias tormentas internas. Solemos ser muy leves con los errores que cometemos e incisivos con los de los demás. Supongo que es más fácil ver lo que queda afuera, eso de cerrar los ojos y analizarse requiere una buena dosis de valentía. Tan feo que es verse uno los defectos, si uno es perfecto.
Encontrar errores debe servir para mejorar nosotros. ¿Me cae mal el tono de voz con que me están hablando? Es buen momento para fijarme en el mío, seguro que esa inflexión petulante no es agradable. ¿El desorden me saca de quicio? Excelente idea recoger el relajito que he dejado en las gavetas sin abrir.
No me gusta hacerlo. Quisiera pasar desapercibida, sólo luces señalando mi camino. Pero no. Todos nos exponemos al escrutinio externo, porque lo que hacemos se manifiesta allí, afuera. Me gusta encontrar las cosas que no me parecen, para traerlas a la mesa de mi mente y examinarlas. Espero aprender a no hacerlas yo.