Todos los días de estas tres semanas han sido lunes. O miércoles. Pero, después de seis días iguales, hay un domingo. Lo marco con vino y pizza, brownies y helado. Con sol y regar plantas. Con ht de diversión, porque ahora es irónico decir que nos vamos a poner una t-shirt en domingo, si así hemos pasado toda la semana.
En un mundo que dejó de funcionar, nos toca darnos un espacio de rutina. Esa salvadora de la sanidad mental, cuando es sana en sí misma. Dormir cuando toca, comer a la hora de siempre, hacer ejercicio y darse un día de descanso. Eso es para lo que sirve hacer siempre lo mismo. Para tener un sentimiento de seguridad.
No sabemos cómo será el mundo cuando al fin retornemos a él. Me puedo imaginar que va a ser igual y distinto. Igual, porque vamos a seguir siendo humanos y nuestra naturaleza no cambia en tres semanas, ni en seis. Distinto, porque las emergencias implementan medidas drásticas con las que luego nos familiarizamos. Y no importa. Porque tenemos que adaptarnos por adentro y afuera a lo nuevo.
Así que hoy, que es domingo, me tomo un día libre de dieta y ejercicio, miro tele, trato de pasar más tiempo con los enanos. Mañana será lunes en una semana llena de lunes.