La última vez que me dí un descanso de mi vida fue hoy por la tarde. Me cuesta muchísimo que mi cerebro no esté pensando en por lo menos tres cosas a la vez. Veo hacia el futuro en diferentes escenarios. Y se me escapa un poco lo que tengo a mi alrededor.
Esta habilidad me ayudó a ganarme la vida como abogada: poder plantearme cómo se pueden desenvolver las cosas es muy útil en esa profesión. También me hace una excelente organizadora. Pero me convierte en una amenaza para mi propia paz mental cuando se trata de dejar ir las cosas.
Hay un balance precario entre hacer uba sarta de estupideces por «vivir el momento», y perderse lo que uno está experimentando por «planificar». Peor aún, quedarse patinando sobre el pasado, sin avanzar. Los humanos somos esclavos del tiempo cuando no lo manejamos. Nos atropella.
Aprender a cabalgar cada ola que nos tira la vida… Ver la que viene sin caernos de la que nos lleva en ese momento y guardar la experiencia que nos dieron las anteriores. Me gustaría aprender a hacer eso.
Por lo menos hoy por la tarde tuve un breve momento de libertad de mí misma. Espero poder replicarlo.