Para cuando te fuiste
ya estaba la cena en la mesa
la cama hecha
las velas encendidas.
Ya había aprendido a hacer arroz
el café lo servía caliente
sonreía por las mañanas
no me hacía falta mi mamá.
Ese día, cuando te fuiste,
brilló el sol entre las nubes
sonó la canción que te gusta
y la pude cantar, al fin.
Aprendí, por cierto, a verme con cariño al espejo
a bajar la voz al regañar
programé las bocinas de la casa,
instalé el internet.
El tiempo que me tomó
caminar como te gusta
lo desandaste ese día,
cuando te fuiste.
Y, aunque estás aquí,
ya no te encuentro cuando te toco
ni me miro en los ojos que me abres
sólo estoy yo, la que quedó.