En estos meses de cambio, he apreciado aún más mi ropa. Me gusta toda y siento que no necesito más. La maña de querer una quinta blusa blanca es únicamente la ilusión de ser importante. Nadie se fija si es la misma ropa de la última vez. En realidad, lo de la moda deshechable es tan moderno, que sólo hay una generación de por medio entre las mamás que todo se lo hacían ellas mismas y nosotros que todo lo compramos.
Claro que acercar la posibilidad de ropa accesible a bajo precio a todos es una maravilla. Pero entre eso y sentirse obligado a comprar todo lo nuevo porque lo demás ya pasó de moda es un desperdicio. Peor aún si es porque lo de hace un mes está tan mal hecho que se deshace.
Supongo que estar en casa, sin tener que impresionar a alguien más, debería enseñarnos a no tener que hacerlo nunca. Y supongo que es algo bueno del encierro. Sólo espero que nos dure.