Me encantan los cuadernos vacíos. No me gusta arruinarlos con cosas y a veces los dejo así. Sin usar. La posibilidad de una hoja que contiene todo en potencia hace que lo único que se puede hacer con ella es eliminar todas las demás cosas que no se pusieron. Como los silencios en los que caben todas las palabras.
El problema es que la vida no transcurre en el vacío y se necesita llenar, hasta de manchas, para que sirva. Una hoja en blanco es un principio.
Tengo un cuaderno nuevo tan lindo que estoy dispuesta a llenarlo de cosas que no sean perfectas.