Sentirme Culpable

Resulta que la culpa es una excelente herramienta para generar conductas deseadas. Sobre todo si va de la mano de la vergüenza. Sino, pregúntenle a cualquier madre competente.

El problema viene cuando se convierte en el compañero de viaje constante. Es algo que siento cuando no estoy haciendo nada «útil» por ejemplo, como si la vida no tuviera valor sin llenar hasta el último espacio. O cuando como algo nada saludable. También cuando pasan algunos días sin poder ejercitarme. El recuerdo de mis padres todavía me deja un sabor  amargo, porque no estoy segura de haber hecho todo lo que debía hacer por ellos.

Como con todo, la culpa tiene dos aspectos opuestos, pero igualmente válidos. Sin ella, la consciencia no tendría voz. Pero si abunda, es un seguro agujero negro.

Habrá que aprender a utilizarla para lograr alejarme de cosas que no quiero, pero no dejarme aplastar bajo un peso insoportable. Si alguno de ustedes tiene la fórmula, por favor, rólenla.

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