Qué pena, cuando me saluda gente en un entorno distinto de donde los conozco, generalmente no sé quién es. Me da tanta vergüenza, porque sé que sé, pero no. Me acaba de pasar y no va ser la primera, ni la última vez.
Los humanos hacemos claves para navegar en nuestro entorno. Tomamos los detalles una vez y luego ya sólo las características principales. Hacemos eso con todo, sobre todo con las caras de gente familiar. Desperdiciaríamos demasiado espacio de atención si volviéramos a contarles las pecas a nuestras parejas. Podemos suponer, con algún grado de certeza, que las cosas van a continuar igual. Pero… eso ayuda a que encasillemos las cosas a sus circunstancias y luego nos cueste sacarlas de allí.
Estoy tratando de no fallar en este ámbito. No me ayuda el cansancio en el que vivo, ya una vez olvidé el nombre de mi hijo. A los que me conocen (y yo no a ellos), les ruego paciencia. Lo único bueno es que no se me va a notar cuando me entre el viejo. Siempre he sido así.