Hay un principio fundamental para lograr cualquier cosa: uno lo cuida, lo persigue, lo practica, lo alimenta. Cualquier pasión hay que mantener con combustible y seguirle la pista, agregarle lo que necesite. Pero hay cosas que uno no quiere en su vida e igual les da de comer.
La ansiedad es uno de esos monstruos, porque se come nuestras propias ganas de evitarla. El insomnio. Los celos. Cada vez que uno les pone atención, los vuelve más grandes, porque abre aún más el agujero que nos carcome. Lo sé, porque soy experta en pensamientos obsesivos.
La verdadera clave es sustituirlos. Aunque cueste sacar al inquilino de la mente cuando ya lleva mucho tiempo aprovechándose de ocupar un espacio sin pagar renta.