Durante siglos y siglos, las historias se repiten. Ya sea de política, de familia, ciertamente de amor. Y siempre, siempre, creemos que podemos tener una distinta. Lo cierto es que, aunque nuestra historia particular no ha sido escrita y se desarrolla por un camino especial, los trazos de las personas que nos han precedido corren paralelo y muchas veces coinciden.
Pero… nada de eso nos impide vivir. Sólo porque sabemos cómo termina el cuento, no dejamos de leerlo. Tal vez es parte de la cuesta que debemos subir todos.
Este año, con todo lo inesperado, no deja de ser predecible. Llegará el 31 de diciembre, le daremos vuelta al calendario y tendremos cuidado de poner 2021 en los cheques (por muy pocos que escribamos). Me gusta saber en qué va a terminar mi historia, más aún, me gusta no saber cuándo. Y creo que allí está el encanto.