Todo lo que está en el pasado, ya pasó. Y todo lo que viene, no existe. Al menos eso me repite la voz que guía mis meditaciones de madrugada, las que logro escuchar antes de comenzar el día. El paso del tiempo es la idea que nos obsesiona como humanos, desde crear mitos de mujeres hilando y cortando, hasta teorías astrofísicas y cuánticas de su principio. ¿Cómo puede tener principio el tiempo más que como un invento? La eternidad no puede medirse en tiempo, porque éste es finito.
Pero logramos atraparlo en nuestra mente hasta el punto de echar de menos cosas que no hemos vivido. El hecho que mi hija use un vestido que me hizo mi madre y que me duela que no pueda ver a su nieta, es del todo una pena inventada. Me hace falta algo que no está.
Nos proyectamos sobre lo incierto con deseos y miedos, cuando lo único que podríamos hacer de forma productiva es sentir lo que estamos viviendo ahora. Mañana tengo la oportunidad de hacer algo que me hacía falta. Y eso es a lo más que debería aspirar.