Tomé café fuera de mi casa y ahora estoy ansiosa. Pero igual vivo en este país y no sé si es por eso. O porque, otra vez, no dormí bien anoche. O simplemente puede ser el café. Es esa sensación de no poderle poner nombre a las causas y navegar el día como si uno quisiera correr una maratón. Nunca voy a correr una maratón.
Resulta que mucha de nuestra salud mental se genera en el aparato digestivo. El universo de bichos que tenemos dentro producen muchos de los químicos cerebrales que nos dictan las emociones. Y las emociones nos dicen qué decisiones tomar. El adagio que dice que uno es lo que come, es más profundo aún que el simple físico. Es esa persona contenta, estable, ecuánime, que puede tomar decisiones que no sólo tomen en cuenta ese sentimiento de angustia que se acumula en la boca del estómago.
Escribo esto a mil por hora, con ganas de entrenar tres horas de karate y sin mucho qué poder hacer. Y tengo frío. ¿Hace frío, verdad? ¿O son mis nervios? Tal vez me caería bien tomarme un café.