Tengo trabada una historia, la de mi bisabuela francesa y la he manoseado tantas veces que ya no sé qué recuerdo que me contaron y qué me he inventado yo. La mujer me parece fascinante, más grande que su propia realidad y no le hago justicia.
Nuestra historia personal está contada por muchas voces, desde que los recuerdos que nos evoca una fotografía de pequeños no son los propios sino los de nuestros padres. Yo no creo que tenga memoria del caballito de resortes pero sí tengo presente la foto y con eso, creo que algo recuerdo de haber jugado con él.
Somos en gran medida nuestros recuerdos, pero estos son fluidos, cambian todo el tiempo y eso me deja a la deriva de mi propia existencia. Hasta que pienso que yo no sólo soy el barco que va navegando, también soy el mar y el puerto y el faro. Simplemente es cuestión de punto de vista.
Así que estoy tratando de encontrarme en la historia de una mujer a la que no conocí, pero con la que he convivido, para hacerla mía.