El punto al final

Hay pocas cosas tan pequeñas que tengan tanto peso como los puntos. Los ponemos en papel (pantallas) y los buscamos en la vida. Ponerle el final a las cosas no se logra sin ese diminuto gesto de apuntalar. Pareciera una presión que cierra la puerta.

No se necesita nada para terminar algo. Apenas nada. Sólo la fuerza de voluntad para alejarse y no quedar convertidos en estatuas de sal. Porque en realidad no hay historia que termine del todo donde la dejamos. Es más bien nuestra ignorancia de lo que pasa después lo que la aleja de nosotros.

Los puntos sólo nos sirven de roca desde donde saltar a lo siguiente. Regresar a moverlas generalmente saca gusanos. Así, el final es el que vivimos y mejor aprender a no pretender saber si, los que dejamos atrás se quedaron allí o siguieron con sus vidas. No debería ser relevante.

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