Todos somos distintos. Eso hace que sea casi imposible predecir la conducta de un individuo. Pero, en masa, sí que se puede hacer proyecciones casi exactas del comportamiento humano. Será una cuestión de porcentajes, de influencia, de lo extraños que somos como seres. Y es que, aunque diferentes, vivimos en grupo y la presión de la mayoría sí hace mella en nosotros. Una cosa de supervivencia: en la prehistoria, quien no era parte del grupo no comía.
Ahora, se habla mucho de diferenciarse, resaltar, marchar al paso de nuestro propio tambor. Y está bien. Yo misma ayer me di cuenta qué tanto no me acoplo a lo que los demás hacen, sobre todo en cuestiones de moda. Pero eso no significa que sea un ermitaño, separada de la civilización.
Todos terminamos aprendiendo el juego de saltarnos las reglas y sus consecuencias. Y todos escogemos qué preferimos. Las rebeldías tienen su precio. Algunas lo valen. Otras son simplemente berrinches y hay que saber diferenciar entre ambas. No todos podemos ser James Dean.